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1- EDUCACIÓN INTEGRAL

Cuando aceptamos el reto de dirigir a un grupo de jóvenes, asumimos una enorme responsabilidad. Nos convertimos en protagonistas del proceso de formación como personas, ciudadanos/as y futbolistas de unos niños/as que son el futuro de nuestra sociedad.

Así, mientras trabajamos con ellos/as debemos tener muy presente que solo muy pocos conseguirán dedicarse profesionalmente a este deporte. Por lo tanto, si entendemos la educación deportiva con la única finalidad de alcanzar la élite estaríamos condenados, en gran parte, al fracaso.

Al tomar conciencia de todo esto, nuestro proyecto deportivo no sólo se puede centrar en el ámbito motor, en lo meramente futbolístico, sino que tiene que ir más allá, desarrollando la totalidad de los aspectos que construirán la personalidad de nuestros jugadores/as.

En cada uno de nuestros entrenamientos, en cada uno de nuestros partidos y a lo largo de cada una de las temporadas, debemos prestar atención y potenciar el desarrollo de estos ámbitos:

a) Motor: lógicamente el desarrollo motor de nuestros jugadores/as es el más fácil de apreciar. Desde que comienzan en edad “Baby” hasta que finalizan su formación en nuestro club en edad cadete, los niños/as no paran de crecer motrizmente. La búsqueda de la coordinación dinámica general en edades tempranas irá dando paso al desarrollo de cada una de las capacidades físicas básicas y de un técnica individual que poco a poco se ha ido adquiriendo y afianzando.

Nos encontraremos con jóvenes que a través del fútbol consiguen una motricidad y condición física acorde a la etapa del crecimiento en el que se encuentran y con la que podrán desenvolverse e interactuar en las diferentes situaciones que la vida les va presentando.

Si bien todo lo relacionado con la motricidad es protagonista de este proyecto, carece de sentido si no

se trabaja globalmente con el resto de ámbitos.

b) Cognitivo: en la vida diaria se nos presenta constantemente la necesidad de tomar decisiones. Los niños/as que forman parte de nuestro proyecto tienen que aprender a tomar decisiones que irán moldeando su propio futuro personal y profesional. En los primeros años de nuestras vidas el grado de autonomía de decisión es nulo, pero éste va gradualmente ampliándose conforme se van cumpliendo etapas en la construcción de la persona. Tener la capacidad de percibir lo que ocurre a nuestro alrededor, analizar la información, decidir qué hacer y cómo hacerlo, son aspectos que nos caracterizan como adultos y que debemos desarrollar y potenciar desde pequeños. Por lo tanto, no podemos entender el fútbol como una actividad física sin implicación cognitiva. No podemos entender la enseñanza de nuestro deporte como la sucesión de una serie de actividades cerradas, totalmente guiadas, en las que el niño/a sólo desarrolle su motricidad. El poseer una técnica exquisita a través de la repetición del mismo gesto cientos de veces, no garantiza tener buenos resultados si no se sabe cómo y cuándo aplicarla en situaciones reales del juego.

El niño/a debe ser el protagonista de su aprendizaje, lo tenemos que colocar en situaciones en las que se vea en la necesidad de tomar decisiones, en las que deba percibir lo que pasa, analizar, y rápidamente tomar una decisión y ejecutarla. Estamos hablando del desarrollo de mecanismos de percepción, análisis, decisión y ejecución, importantísimos para el éxito en cada jugada que se plantea en un partido o entrenamiento y fundamentales para la formación como persona. En el deporte como en la vida, los problemas aparecen y necesitamos solucionarlos. Para esto, es imprescindible dotar a los niños/as de los mecanismos necesarios para poder resolver problemas y desarrollarlos a través del entrenamiento. Todo esto tiene como objetivo alejar a nuestros jugadores de lo mecánico e iniciarlos en la búsqueda de la imaginación y de la creatividad. En relación al ámbito cognitivo también nos encontramos con la formación académica de nuestros niños/as. En este proyecto no tendrán cabida aquellos jugadores que abandonen sus obligaciones en el colegio o instituto. Buscamos niños que entiendan el fútbol como un complemento ideal para su vida escolar, y en ningún caso al contrario.

El desarrollo de la responsabilidad en este sentido, también se convierte en un pilar fundamental para la construcción de la personalidad de nuestros jugadores/as.

Por lo tanto, las familias encontrarán en los monitores de sus hijos/as importantes colaboradores en la difícil tarea de motivarlos/as para el estudio.

c) Afectivo: hablamos de sentimientos y de todo aquello que no vemos y que puede ser la clave para entender todo lo que le pasa a un niño/a. Sin lugar a dudas la estabilidad emocional es fundamental para el desarrollo de la personalidad. No todos los jugadores que forman parte de nuestro club viven en un ambiente feliz. Cada vez es más frecuente encontrarnos con jóvenes que sufren las consecuencias de problemas de diversos tipos en el entorno familiar, y el fútbol se convierte en su única vía de escape ante ellos. Evidentemente no podemos asumir la responsabilidad de solucionar todo esto, pero sí que debemos hacer frente a una responsabilidad: no romper la felicidad de los niños/as. El desarrollo de un jugador o persona tiene más posibilidades de éxito si se hace desde la felicidad. A diario nos encontramos con situaciones en las que el niño/a se equivoca. Tenemos que aprender a concebir el error como algo natural y como parte del aprendizaje. Alejar al niño/a de la frustración por no conseguir sus objetivos rápidamente, nos permitirá seguir contando con jugadores que, de otra manera, comenzarían a pensar en abandonar este deporte. Al igual que en la vida aprendemos a disfrutar de los pequeños detalles, debemos enseñar al niño a que lo haga en el deporte. Disfrutar de cada pase bien dado, de cada ocasión de gol, de cada robo de balón, de cada aplauso, ayudará al niño/a a seguir adelante independientemente de otras circunstancias adversas que le rodeen. Con esto nos preparamos para la vida real, para la vida del día a día, llena de sinsabores, donde debemos buscar en los pequeños detalles nuestra felicidad. No podemos pasar por alto que los monitores y los entrenadores se convierten en espejos para los niños/as. Es muy importante hacer un uso positivo de esto, dejando atrás problemas personales, estrés laboral,… ya que si buscamos chavales felices que disfrutan con su deporte favorito, se deben encontrar ante monitores y entrenadores felices que disfrutan enseñando.

Y por encima de todo, estamos obligados a enseñar a los niños/as a valorarse a sí mismos, a que se acepten, a que aprecien sus cualidades… evitando la construcción de complejos que tarde o temprano formarían parte de su personalidad.

Como ha quedado claro estamos ante un ámbito muy delicado por su transcendencia en la formación de la personalidad y por la dificultad en algunos casos para detectar los problemas. Por ello debemos crear un ambiente de felicidad, alejado de frustraciones, donde los niños van a conseguir desarrollarse de una forma mucho más positiva. Si hacemos que los niños/s crezcan y aprendan felices tenemos muchas más posibilidades de encontrarnos en un futuro una sociedad feliz.

d) Social: pocas vías hay mejores para la adquisición de valores y la construcción de buenos ciudadanos/as que el deporte. Si entendemos el pertenecer a un equipo de la misma manera que una persona pertenece a la sociedad, el deporte colectivo se convierte en un eje fundamental para formar a buenas personas.

El equipo está por encima de cada uno de sus jugadores. Con esta idea conseguimos alejar a nuestros niños/as del egoísmo y el egocentrismo, entendiendo que su papel consiste en ayudar a sus compañeros para alcanzar un objetivo común. La cooperación, tan necesaria en la vida actual, es la base para el éxito del equipo. De igual manera, al formar parte del mismo equipo, cada uno/a debe respetar al resto, sea cual sea su raza, religión, sexo, capacidad física, técnica,… así como compartir, ser solidario con los compañeros, valores indispensables para construir una sociedad mejor. Del mismo modo, con los compañeros de los equipos contrarios.

El día a día, las relaciones personales, irán generando un ambiente de confianza. Esto permitirá una mejor comunicación entre los niños/as que forman parte del equipo, que poco a poco pasarán de ser compañeros de equipo a ser amigos. Con esto nuestros jugadores desarrollan valores que les permitirán adaptarse a futuros grupos en sus estudios, trabajos, adquiriendo una serie de herramientas que les harán personas activas dentro de la sociedad. Con la adquisición de todos estos valores, los niños/as llegarán con una actitud más positiva al entrenamiento, al partido, pues no sólo les moverá el fútbol si no también el estar con sus amigos. El sentimiento de pertenencia y compromiso con el equipo se habrá potenciado enormemente, haciendo del equipo un grupo humano más allá del deporte.

Después de analizar los diferentes aspectos a considerar en la educación integral de nuestros niños/as, solo queda concluir afirmando que el tratamiento de los jugadores como personas y el empeño de desarrollar todos los ámbitos de su personalidad, nos garantiza la formación de buenas personas, de ciudadanos/as de primera, más allá de si se convierten o no en jugadores profesionales. Por lo tanto, el fracaso es imposible.

2- OBJETIVOS GENERALES

  • Fomentar la práctica deportiva entre los/as jóvenes.
  • Definir mecanismos de autoevaluación para la mejora y crecimiento deportivo del club. 

 

·         Contribuir en la formación como personas de nuestros/as jugadores/as, completando, desde los valores presentes en el fútbol, la educación que reciben en su familia y colegio o instituto.

·         Desarrollar los diferentes ámbitos (motor, cognitivo, afectivo y social) de la personalidad a través de una educación integral.

·         Crecer de manera sana a través de la experimentación de actividades que permitan la mejora y progresión en su desarrollo físico de acuerdo a la edad en la que se encuentran.

·         Conocer, experimentar y desarrollar gestos técnicos con los que poder resolver situaciones reales del juego.

·         Conocer, asimilar y aplicar conceptos tácticos y estratégicos para que el jugador sepa desenvolverse en el campo y ser útil para el equipo.

·         Establecer una metodología común para el entrenamiento, así como para los partidos, adaptándola a las diferentes categorías.

·         Usar estrategias globales, con situaciones reales del fútbol, siendo el protagonista el balón, buscando la mayor participación posible de cada niño/a a lo largo de las diferentes sesiones.

·         Diferenciar  formación de competición, distinguiendo claramente aquellos jugadores que compiten para completar su formación, de aquellos niños/as que se están formando para poder competir.

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